Por Alejandro Rossi Belgrano

Por Alejandro Rossi Belgrano

7 Unione e Benevolenza: los amigos

"Odio la tiranía y la mentira con el profundo convencimiento de que ellas son el origen principal de los males y de la corrupción del género humano. Soy Republicano, porque este es el sistema de gobierno de las gentes justas, sistema modelo cuando se adquiere y, por consecuencia, no se impone con la violencia y la impostura. Tolerante y no exclusivista, soy incapaz de imponer a alguien por la fuerza mi Republicanismo...”
                                                               Giuseppe Garibaldi 


Según información facilitada por la Señora Maria Paiella, bibliotecaria de Unione e Benevolenza, la asociación se fundó el 18 de julio de 1858 por obra de 7 italianos.
"Unione quindi nel pensiero, amore nel cuore: conspiriamo tutti ad un fine comune, all´ingrandimento della nostra Societá che é umanitaria in América, sará militarmente e política in Italia", eran los objetivos de Unione e Benevolenza. expresados por el doctor Pesce.

Carlos Belgrano ingresó a la asociación el 5 de enero de 1859, en el registro figura con dirección en Potosí 372, poco tiempo después se afilió su hijo mayor José, con idéntica dirección.

Todavía no hemos podido analizar los Verbali y desconocemos su actividad dentro de la sociedad.
El 13 de junio de 1859 se decidió nombrar a Giuseppe Mazzini y a Garibaldi socios honorarios y padrinos de la institución, de este modo la sociedad dejaba sellado su espíritu republicano.

Podemos señalar que en 1861, se produjo una importante ruptura en la misma, reflejo de lo que ocurría en Italia, dividiéndose en republicanos y monárquicos.
Según me contaba la señora  Paiella se reunieron en el salón principal de la institución, los monárquicos de un lado con una gran bandera con el escudo real, del otro los republicanos.
La situación paso a mayores y se produjo la excisión de la Nazionale Italiana, monárquica, hecho que, posiblemente, repercutió en la familia.
Juan Bautista Amoretti eligió la fracción realista, al punto de ser el primer presidente de la Nazionale y llegó entrevistarse con el rey en un posterior viaje a Italia, junto a él se fue su hermano y socio Francisco.
Carlos Belgrano quedó dentro de la sociedad, o sea en el bando republicano.



La tarea mutual de las asociaciones, públicas o secretas, de aquel tiempo se hacía fuerte en la atención médica de sus afiliados.
Debido a ello todas prestaban estos servicios, era una forma importante para llegar a la colectividad con sus valores y postulados políticos y sociales.
Unione y Benevolenza comenzó sus servicios con el doctor Medicis que recorría a caballo la zona de la Boca, visitando sus pacientes, luego el doctor Salvarezza, llamado el padre de los pobres, daba medicamentos gratuitos a los necesitados. Fue junto con Cúneo y J.B. Amoretti uno de los encargados de la colecta de 1860. 

Se hacía entonces importante colaborar con la actividad, era necesario infraestructura y materias primas.
La primera se concretó a partir de la construcción del hospital Italiano, la segunda a través de boticarios y entrega de material médico.
En la década del 60 Antonio Amoretti se convirtió en proveedor de medicamentos para el ejército, para ello se traslado a Corrientes, abasteciendo el Hospital Militar. Otros boticarios como el señor Saccheri fueron grandes amigos de la familia.
También entre los amigos mencionamos, y luego lo detallaremos, a Antonio Bottaro, Juan Cerruti, Agustín Rocca y otros muchos más.

El 20 de marzo de 1864 se coloca la piedra fundamental del nuevo edificio de Unione e Benevolenza, en Cangallo 434. La ceremonia fue organizada por el arquitecto Leopoldo Rochi, "junto a él se encontraba un socio, Carlos Belgrano" dice el material facilitado por la asociación.
Porque estaba Carlos Belgrano al lado del arquitecto?, recordemos que en "El Avisador" figuraba que tenía una carpintería, para más precisión una carpintería de obra blanca (son aquellas carpinterías que hacen aberturas, puertas y ventanas) no sería extraño suponer que estaba involucrado en la obra.
A su lado estaban los representantes de Mazzini y Garibaldi; Marino Froncini y Luis Barberini.
También se labró un acta recordatoria que fue firmada por los concurrentes, entre ellos Carlos Belgrano. El pergamino fue  colocado en una botella, junto a 17 medallas de plata, y depositado en una piedra especialmente labrada.
El conjunto así ensamblado se ubicó bajo los cimientos del hall de entrada, sobre una estrella de marmol y allí se encuentra hasta el día de hoy.


Ese año fue muy importante en la vida de Unione e Benevolenza, y nos presenta nuevos interrogantes.
Al momento del inicio de la construcción de la nueva sede el presidente era Antonio Bancora, pero las rivalidades entre los mazzinianos y los "apolíticos" llegaron al extremo.
Es así que Domingo Salvarezza junto con un grupo de asociados, y otros que no lo eran, tomó la sede.
Los mazzinianos, encabezados por los hermano Pezzi, debieron alejarse y formar la Societa Republicana degli Operai Italiani inspirada en la Unione degli Operai Italiani, creada por Mazzini en 1840.
Cual fue la decisión de Carlos Belgrano?, en que bando quedó?, no lo sabemos.
Lo cierto es que la separación no fue definitiva y al poco tiempo realizaban colectas conjuntamente.
Hablando con algunos conocedores de la historia de la Mutual nos decían que Carlos Belgrano debían estar ideológicamente con los hermanos Pezzi pero en la emergencia sanitaria en coordinación con Salvarezza, nos parece acertado su criterio pero estamos a la espera de datos que lo confirmen.

A continuación un extracto muy interesante escrito por
Roberto Di Stefano / Hilda Sabato / Luis Alberto Romero / José Luis Moreno


En 1858, fundada por 33 inmigrantes en su mayor parte lígures y lombardos, surgió Unione e Benevolenza, sociedad orientada a la asistencia sanitaria y a la cobertura de los gastos funerarios de sus socios y a la asistencia de las viudas y huérfanos en casos de muerte. Sin embargo, con el tiempo la asociación irá incorporando nuevas funciones asistenciales y educativas, así como actividades de carácter social y cultural. El espectro social de los  asociados fue desde el comienzo bastante heterogéneo, aunque predominaban comerciantes, trabajadores calificados y empleados. Sin embargo, como en otras instituciones de este tipo, la conducción recayó generalmente en las capas más altas, en los sectores pertenecientes, por así decir, a la elite de la colectividad, en particular profesionales y comerciantes acomodados. La participación de la masa societaria en las decisiones, en asambleas y elecciones periódicas, fue elevada al comienzo, pero parece haber caído en la medida en que las dimensiones de la institución se ampliaron. Desde el comienzo Unione e Benevolenza se propuso ejercer una función de liderazgo dentro de la colectividad, para lo cual intentó uniformar el heterogéneo universo de los inmigrantes italianos, tan característicamente diferenciados por la variedad de sus culturas regionales y, en aquella época, también por sus convicciones políticas. Buscó, además, asumir un papel mediador entre las elites políticas e intelectuales argentinas y la colectividad italiana, por lo que el consenso interno y el reclutamiento de nuevos socios se convirtieron en vitales. Estas aspiraciones y objetivos condujeron, por un lado, a una diversificación de las actividades de la asociación, tendiente a la superación de sus connotaciones meramente mutualistas, y, por otro, derivaron en una serie de conflictos por el control de la conducción institucional y por su identidad política, tanto en relación con la patria lejana como con la situación argentina. En la cúpula de la asociación estas discordias enfrentaron a los republicanos de matriz mazziniana con los socios de convicciones monárquicas y con los republicanos moderados. Los primeros -mayoría entre los fundadores- controlaron la institución durante los primeros años y lograron organizar una serie de iniciativas -mítines, cenas, agasajos, conmemoraciones- en apoyo a la lucha republicana y por la unidad italiana. La idea catalizadora era que el ideario republicano y los combates por la unidad y por las libertades políticas aunaban a ambos países, Italia y Argentina, por lo que en dichos encuentros tomaban parte numerosos periodistas, políticos e intelectuales argentinos que a menudo –como en el caso de Mitre- no llevaban en sus venas ni una gota de sangre italiana. Los mítines y agasajos de Unione e Benevolenza eran por ello importantes también desde el punto de vista de la política local. Este alto grado de politización condujo, como seha dicho, a conflictos que derivaron en la ruptura de la asociación, cuando el cónsul y un grupo de socios de extracción monárquica, que habían sido expulsados de ella, decidieron fundar la Nazionale Italiana. Más tarde, el enfrentamiento entre los sectores más radicales y los republicanos moderados se resolvió con el acceso de los últimos a la conducción de la entidad, con lo que tendió a primar un estilo menos politizado en relación al funcionamiento interno y más preocupado por la eficacia en la persecución de los objetivos sociales y asistenciales.
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Por otra parte, en las décadas del ‘60 y ‘70, la dirigencia italiana mantenía buenos contactos con políticos, intelectuales y publicistas argentinos. Muchos de estos contactos respondían a afinidades ideológicas, en particular en el caso de los republicanos que gozaban de la simpatía de conspicuos dirigentes locales, como Bartolomé Mitre, por ejemplo, que era invitado a todos los actos de Unione e Benevolenza, era miembro honorario de varias entidades y participaba muchas veces como orador en actos y celebraciones. A su vez, Mitre contó con el respaldo fiel de muchos italianos en sus luchas políticas.
No era el único, y otras figuras conspicuas de la política porteña tenían vínculos con las instituciones de la colectividad italiana.
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Las asociaciones tenían, además, una vida política interna. Todas ellas se gobernaban según reglas establecidas en sus estatutos, que eran muy similares en todas las instituciones mutuales italianas (y semejantes también a los de las españolas) y se basaban en modelos que figuraban en manuales europeos para entidades de socorro mutuo. Los estatutos en general fundaban sus disposiciones en una concepción igualitaria y participativa del gobierno de las sociedades.
La asamblea de socios era el órgano soberano que agrupaba a todos los miembros cotizantes y tomaba las decisiones generales, mientras que había siempre algún órgano de dirección que se ocupaba de tomar las de funcionamiento cotidiano. Los directivos teníanmandatos breves y debían renovarse periódicamente. A pesar del espíritu de los estatutos, pocas veces la participación de la masa de los socios en la vida política de las asociaciones alcanzaba niveles significativos. Según la información disponible, en general había una baja asistencia de socios a las asambleas. Al mismo tiempo, en el plano de las direcciones, las asociaciones italianas se caracterizaron por la conflictividad entre grupos, que con frecuencia daba lugar a escisiones y a la división de las entidades.


Los comienzos de dos asociaciones italianas

La historia inicial de las Unione e Benevolenza de Buenos Aires y de Córdoba puede ilustrar como fueron estos comienzos de la vida asociativa de los italianos en la Argentina. La primera, como vimos, fue creada en 1858 por un grupo de 53 hombres provenientes en su mayor parte de Liguria y Lombardía, pero estaba abierta a todos los peninsulares varones y a sus hijos. El propósito inicial era el de asistir a sus miembros en caso de enfermedad, cubrir los gastos de sepelio y ayudar a sus mujeres y niños en casos de indigencia. Con el tiempo, se fueron incorporando otras funciones asistenciales y educativas, así como actividades sociales y culturales.
En 1866, como vimos, se creo la escuela de la sociedad, que se puso en funcionamiento al año siguiente junto con la biblioteca, en la nueva sede social recién edificada en la actual calle Perón.
Mantuvo, además, clínicas y farmacias. Montó un plan de ayuda durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871 para las víctimas y sus familiares, y juntó fondos para los afectados por catástrofes en Italia. También desarrollaba un activo programa social que incluía la celebración de banquetes, bailes, bazares y actos para la conmemoración de fechas patrias italianas y argentinas. En cuanto a los socios, durante los primeros años tuvo un crecimiento sostenido y hacia mediados de los años ‘60 contaba con cerca de 3.000 socios. Esta cifra cayó a menos de mil en la década del ‘70, pero repuntó enseguida y en 1881 tenía unos 3.500 y en 1888 llegó a 6.300. Luego volvió a declinar y se estabilizó por varios años en torno a los 4.000 miembros. La composición social inicial de la masa societaria era heterogénea, con una presencia significativa de trabajadores calificados y semicalificados, comerciantes y empleados. Según Baily, treinta años más tarde se había producido un descenso de los semicalificados y un aumento de los no calificados, no manuales y profesionales. La dirección recaía, sobre todo, en los sectores más altos dentro de ese conjunto, en especial, profesionales y comerciantes. En cuanto a la intervención de la base en las instancias colectivas de decisión, como asambleas y votaciones, Unione mostraba, en los primeros años, una participación relativamente alta. Más tarde, ese nivel bajó para resultar en una pauta semejante a otras entidades similares.
Esta asociación pionera buscaba alcanzar un alto impacto en la masa de inmigrantes. Según Cibotti, sus dirigentes se proponíanunificarlos como colectividad en la cual ejercerían su liderazgo.
Al mismo tiempo, aspiraban a lograr el reconocimiento de las elites políticas e intelectuales de Buenos Aires, para lo cual, la capacidad de convocatoria entre los propios inmigrantes resultaba fundamental. Para alcanzar estos objetivos, los dirigentes societarios impulsaron múltiples actividades en planos que excedían el estrictamente mutual.
Fueron, al mismo tiempo, protagonistas de profundos conflictos internos por el liderazgo y por la definición misma del modelo asociativo que querían, y de la vinculación con el proyecto político social más global. La primera camada de dirigentes de Unione provenía de las filas de republicanos mazzinianos, muy militantes en la causa de la unidad italiana y de la difusión del ideario que los identificaba. Ellos promovieron las actividades de apoyo y conmemoración vinculadas con las luchas por la unidad de Italia y, en particular, con la gesta republicana. A poco inaugurada la Sociedad, relata Ema Cibotti, la comisión directiva convocó a los italianos a recordar el décimo primer aniversario de las cinco jornadas de lucha del pueblo de Milán contra el ejército austríaco, celebración que se hizo en el teatro Colón y contó con más de mil participantes entre italianos y argentinos. En los meses siguientes se organizaron comités, colectas y mitines relacionados con los sucesos de la guerra en la península. En ese marco, el conflicto entre republicanos y monárquicos en Italia se reproducía entre los inmigrantes. En 1861, una competencia entre las autoridades de Unione y el cónsul en Buenos Aires desembocó en la expulsión de la primera de un grupo monárquico que fundó otra sociedad, la Nazionale Italiana.
Los mazzinianos, encabezados por los hermanos Gaetano y Filippo Pezzi, se afirmaron en el liderazgo, un grupo que además tenía muy buenas relaciones con los liberales porteños en el poder. La consolidación de la monarquía en Italia alimentó las rencillas internas en Unione. Finalmente, en 1864 la disidencia de un sector republicano moderado con el ala radical de la dirección terminó con la separación de esta última y la afirmación de los moderados en la conducción, bajo la dirección del médico Giuseppe Salvarezza, un hombre que había formado parte de la entidad desde muy temprano. Este grupo sostenía la incompatibilidad entre mutualismo y política, por lo que poco después de su triunfo modificaron el reglamento de la institución para sostener su «apoliticidad». Esto no significó, sin embargo, que la asociación se aislara de la vida política italiana y argentina. Pero al limar las aristas más definidas del accionar en ese terreno, dentro y fuera de la colectividad, la nueva dirigencia buscó alcanzar un funcionamiento interno más eficiente, a la vez que lograr una mayor representatividad del conjunto de los inmigrantes residentes en el Plata, a los que ahora convocaba por su «italianidad». Así, el realineamiento operado en la dirigencia impuso un perfil más institucionalista a la entidad, a la vez que modificó el estilo de relación con el consulado y las otras  asociaciones italianas, con la elite política local y también entre las dirigencias y las bases societarias.
Las disidencias no terminarían aquí, pero luego de los episodios de 1864 ya no pasarían tanto por controversias ideológicas sino por cuestiones más prácticas. La sociedad adoptó desde entonces un estilo más pragmático, que se afirmó durante la presidencia de Achille Maveroff, un próspero comerciante que encabezó Unione entre 1868 y 1871, y que fue también  presidente del Hospital Italiano y uno de los fundadores del Banco de Italia y Río de la Plata.
Directivos posteriores, como Giuseppe Solari y Annibale Blosi, también estaban vinculados al Hospital y al Banco, además de ser accionista y director respectivamente del diario L’Operaio Italiano.
En todo este tiempo, el surgimiento de otras asociaciones italianas no había hecho perder a Unione e Benevolenza su lugar prominente, lugar que mantuvo durante muchos años: fue de las más grandes en cuanto a su masa societaria, una de las que proveía más y mejores servicios asistenciales, y la que perduró durante más tiempo.
Logró, además, convertirse en una representante insoslayable de la «colectividad» que ella misma había contribuido a construir.


Continua en La epidemia de fiebre amarilla: sacrificio y muerte